Casi Noviembre




Un malbec melancólico le da un poco de vida a la mesa ratona 40 x 60. Y ahí recae la incertidumbre, de si pasar el mal trago de un casi noviembre pandémico con uno bueno, o capturar la escena perfecta de un sábado acobachado de netflix al azar.


Es que a veces la costumbre del silencio cuesta más que un dólar, y mirar para adentro es más simple en un placard. Pero acá estoy, en detalle. Liberando monstruos internos para hacer las paces conmigo en pleno Halloween. Asombrándome de la mancha que había en la pared que jamás vi, notando dos de mis cuadros torcidos y descifrando el espacio-volumen que se abre violento. 


Y el ukelele se posa abandónico, y lentamente yo me dejo de abandonar. Es que paré, parando un ringtone estándar, una alarma desafinada y el wifi bipolar. Paré sentada en el sillón. Y a mi derecha se posa la pelota de fútbol que en el 2020 amagó rodar, y a mi izquierda, la balanza moderna testigo de mis malos hábitos.


Entonces la poción de la noche invade el oxígeno. Mercurio retrógrado sigue haciendo citas, hay balcones con lucecitas, Djs ya sin visitas, y yo con mis ganas de escribir. Aquí y ahora, sin chequear la hora, agarro el tinto y la tinta, y entre dulce o truco, empiezo a terminar eso que había empezado: resignificar la vida (con algo de poesía).


31 oct 2020 - pandemia


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