Un cuento distinto




El amor
Existe una palabra que se patentó como marca universal, gratuita para todos los que la quieran poseer, pero con una manual de instruciones para otros.
Hay quienes la usaron y la hiceron popular, y quienes se inspiraron en los más bellos poemas, danzas y canciones una vez que la adquirieron.
Otros en cambio, se quejaban porque la consumía todo el mundo y trataban de buscar otras marcas para un público mas elitista como el afecto o el aprecio. Decían que pertenecían a otra clase social y que si amás caés en lo que hacen todos. Hasta se cuestionaron que no iba a tener tanto éxito ya que ahora era el boom pero después quedaría sin efecto.
Así pasaron varios y miles de años pero la marca siguió posicionándose como de primera línea ya que la consumían abuelos, padres, adolescentes y niños.
Dicen que sólo algunas personas la pudieron usar como se debía, en cambio cada tanto alguna generación la distorcionaba y le daba otro sentido. Sin embargo la palabra era tan fuerte que volvía a aparecer cada tanto por grupos de jóvenes hambrientos de ideales que tenían ganas de retomar su esencia y expandirla por todo el mundo.
El amor se hizo tan fuerte que compró a la pasión y el deseo, y creó submarcas como el enamoramiento y el histeriqueo, pero tuvo que administralas para que ninguna compita con la otra y se dividan por etapas, ya que es mejor en vez de ser segundo ser el primero de otra categoría.
Al crecer de una manera tan repentina, generó la bronca de otros competidores y un día, conocido como el día gris, apareció su competencia: el odio.
El odio comenzó a atacar al amor por donde pudo, juntaba seguidores y hasta hizo un estudio de mercado para evaluar en que tipo de público podía aparecer ya que las personas inteligentes no le darían cabida; hasta lanzó una línea limitada de productos para hacerse más fuerte. Si consumías al odio también te regalaban envidia y bronca, y te podías hacer fan de la venganza pero debías pagar.
Al ver esta competencia el amor no quiso hacer nada, porque estaba seguro de lo que era como marca, y en esta instancia no sólo no tenía miedo sino que estaba tranquilo porque no necesitaba llegar a la gente. De boca en boca todos fueron conociendo su historia y lo buscaban por su cuenta antes de que se presente.
Se sabe que las marcas son un reflejo de la gente y tienen que enamorar con su envase, pero también se sabe que el producto interior tiene que reflejar exactamente lo que nos trasmite por fuera al comprarlo.
El odio nunca pudo ganarle. Sólo está ahora, ahí como espía tratando de lanzar una nueva línea y a la par en todo momento, porque sabe que si el amor decae o pierde su posición podrá entrar en la gente mas débil y perdida para liderarla y manejarla como se le antoje.
Lo que se olvido el odio, es que una buena marca es lo más dificil de crear porque en el momento que se diseña está pensada para ser atemporal.

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