Hacer terapia
Hacer terapia. Antes nos aterraba, aunque
ahora es demasiado común. Pero no todos lo aceptan o entienden.
En nuestro recorrido, a veces nos topamos
con los discutidores, ellos tienen prejuicios y no tienen idea de por qué
alguien elige poner tiempo y plata en este espacio. Te dicen: “yo prefiero hablar
con mis amigos”
o “no les creo nada”. Está buenísimo que
haya diferentes miradas sobre el asunto y que cada quien tenga su manera de
pensar, así que me dan gracia los debates que surgen por este tema. Otros son
los cuestionadores, porque sienten intriga y no se imaginan cómo es. Preguntan,
consultan, imaginan… Por último tenemos a los respetadores, porque respetan
la acción de ir a terapia pero ni siquiera comprenden para qué sirve y cuál es
el beneficio, incluso hasta les da miedo preguntar.
Evidentemente ya se imaginan que no voy a
hablar de cómo es el proceso de terapia, sino de lo que vi y aprendí desde mi
lugar, porque gracias a esta decisión, que empezó un día que me levanté y me
planteé que quería empezar, me veo tan distinta… tan cambiada, que
vale la pena escribirlo.
Ley primera: un psicólogo no te salva ni
viene a salvarte, una pareja tampoco. No está para responder tus dudas y
facilitarte la vida. Incorrecto.
De por sí el humano es incompleto y duda,
siempre duda. Hay que asimilar que tenemos esa condición.
¿Pero qué pasaría si te dijera que todo lo
que pensás y das por sentado del camino correcto, de repente no lo es? ¿Si
creés que te conocés y que actuás así porque te parece, pero lo tomaste de algún
lado en tu crianza o lo aprendiste, y no sos realmente vos? Interesante ¿no?
La primera vez que me di cuenta que
reaccionaba de esa manera, que no era mía, me dio escalofríos y hasta cierto
rechazo. No estaba contándole a mi psico de algún tema puntual, por eso me quedé
helada. Todo lo que creí que había aprendido, ya no tenía criterio. Simplemente
yo era así y fin, pero adiós a esa teoría.
Es como un despertar en donde comprendí que
todos tenemos patrones que repetimos, (eso ya lo conocemos, ya es trillado), lo
que no sabemos es cuándo aparecen, cómo se prepara nuestro cuerpo, y lo difícil
que es asimilar que no nos gusta eso. Para nada. Odiamos saber que no lo
podemos manejar.
Por otra parte, nunca se llega a un tema
por una pregunta o al contar una situación. Quizás estás hablando de otra cosa,
quizás contás algo mínimo queriendo hablar de lo que querés porque manejás tus
sentimientos a tu manera, pero llegás ahí, que tenía tantas capas disfrazadas… y para eso, la
terapia.
Todo lo que pensamos que hablamos, que
hacemos o que decimos, del otro lado es diferente. Nada del otro mundo, porque
muchos vamos al psicólogo, pero a lo que voy, es que se paraliza el universo y
nos enfrentamos a conocer más de nuestro lado que está a la defensiva, o sea
que ni por casualidad va a decirnos a nosotros mismos qué es lo que guarda, qué
lobo come al otro.
¿Si hay cambios? Ufff cosas que ni tenía
pensadas cambiar, porque no me daba cuenta que me afectaban. Es difícil parar,
ver qué pasa, afrontar. Imaginen que no dedicamos mucho tiempo a nuestros
sentimientos si no están claros y en la superficie. Ni a ver qué nos afecta, o
visualizar desde afuera cómo reacciona nuestra mente cuando se pone en alerta.
Yo nunca noto cómo se ponen de tensas mis
manos si algo me estresa, por qué era mi insomnio cada tanto, por qué huía de
ciertas situaciones sin darme cuenta que me escapaba a mi manera, cuándo
empiezo a cerrarme sin distinguir una emoción.
¿Que sé sobre mí?, muchísimas cosas. Pero ¿qué
callo?, eso lo fui averiguando. Porque todo lo sé desde mi mente, y la mente
hace trampa. Me llevó por caminos equivocados porque seguía lo que pensaba que
era lo correcto.
Ya va a ser un año que no me resfrío, que
solté algo que ya me cansaba. Que aprendí a elegir, aunque esto a veces ponga
de mal humor a los demás, o no sea lo que esperaban de mí. Estaba en el limbo
de animarme y seguir como antes.
¿Mis cosas personales? No. Eso me lo quedo,
sólo sabré yo cuándo las resolví y qué seguiré mejorando. Quiero ir a la
siguiente idea; mucha gente no entiende en qué ayuda todo esto. Ahora decime… si salís de vos y
conocés por qué sos así y que podés cambiar, si podés evitar cosas que te
preocupan, si conocés demasiado los trucos de tu mente…. ¿no estaría buenísimo?
No considero que ir a un psicólogo sea para siempre, pero hay que intentar
acercarse y probar. Es más, olvídense de que siempre hay que ir por un problema
terrible. A veces es elegir superar cosas de personalidad, una búsqueda
interna, un cambio de carrera, un desprenderse de cosas que nos hacen mal
dentro de nosotros. A veces es ir sin expectativas y ver qué pasa.
Es como una serie, en las primeras veces o
capítulos a los que nadie le encuentra sentido, pero le vamos dando oportunidad
hasta que algo pasa, algo que no sabíamos que iba a salir a la luz. Hay que
encontrar ese feeling con el terapeuta. Cada persona con su línea, forma, y
terapia que elija. Yo después de probar, me quedo con la línea gestáltica, pero
hay caminos para cada persona, y a veces, cuando encontrás esa empatía con tu
psicóloga o psicólogo es un momento muy lindo, porque hay afecto y es tu
espacio cómplice.
No escuché a ningún amigo decir que no le
sirvió, y eran muchos de los que no querían saber nada.
Es un trabajo de a dos, uno se muestra al
otro, y recibe un proceso de aprendizaje de oro.
Como si te dijera que estudiamos de todo
menos de nosotros mismos. En las facultades aprendemos, en la escuela, en la
vida, siempre de los demás, nunca vamos a nuestra escuela interna. Nunca
estudiamos qué nos pasa, eso está por sentado, no tiene valor.
De repente también hay una escuela de
nuestras emociones, iras, felicidades, pero nadie nos enseña a manejarlas ni
buscarlas.
Por eso escribí este artículo. Pensando en
todos aquellos que dudan si acercarse o no. Es que no se puede explicar, es una
búsqueda personal pero olvídense que nuestros padres, amigos, deporte, o lo que
sea, tiene que ver con esto.
Contar un problema a un amigo va a resolver
nuestro problema con un consejo. Hablarlo en terapia, no va a solucionarlo,
sino que ese problema nos va a llevar a otra cosa que de repente se repetía en
nuestra forma, quizás remontemos a nuestros 12 años, quizás en vez de enojo teníamos
miedo, quizás la ansiedad estaba disfrazada de alegría, quizás el miedo era
amor. No sólo va a solucionar un problema particular, sino un comportamiento de
años.
La mente ni ningún amigo lo va a ver de
esta forma. Anímense en algún momento de sus vidas a pedir este tipo de ayuda,
no pueden perder nada, pueden ganar toda búsqueda que creían perdida.
Para aquellos que están pasando un momento
muy pero muy difícil, se sienten solos, confundidos, abrumados, busquen ayuda,
de todo tipo. Amistades, contención, terapia… Porque quizás
alguien que lee este texto está viendo todo negro y le digo que hay grises, y
hasta blancos cálidos.
También a esas personas que se sienten con
algunas dudas, o no saben qué estudiar o les afectan cosas cotidianas, familia,
trabajo, etc. que piensan que no son para tanto, pero cuando suceden se ponen
realmente mal, sé que algo está pasado más allá de lo que ven.
No todos tienen que elegir ir a terapia, no
estoy de acuerdo porque miles de cosas se resuelven de otras maneras. Pero si
se les cruzó por la cabeza, si pueden, si lo están necesitando o quieren
mejorar aspectos de su vida para crecer, adelante. Primero moviliza mucho pero
después se van a descubrir y eso, eso está buenísimo.
// Artículo escrito para http://7attitudes.com/author/mariana-szulman/
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