¿Las Mujeres Fuertes Asustan?
Siempre
relacioné a una mujer fuerte con las revolucionarias, las luchadoras, las que
hicieron algo grande. Hoy en día lo son las mujeres que dicen que no, que crían
solas a sus hijos sin parar, que se ponen de pie para encarar al mundo…
Sin embargo, de chica para mi la fuerza
representaba un cuerpo fornido y grande.
Yo, la
más bajita de mi clase, la que jugaba al voley al lado de la red para llegar a
pasar la pelota, un día como tantos definí este concepto cuando en el patio del
colegio un compañero quiso empujarme y con mis piernas palito le pegué una
patada en el tobillo. “Cada vez que quieras hacer esto de nuevo, te voy a pegar
como recién” -le dije. Y desde ahí me respetó.
No
es que crecí y pegué patadas a todo el que se me cruzó, pero aprendí que lo
fuerte no fue defenderme sino mi convicción.
Después
aprendimos que el querer viajar, el enfrentarse o la auto independencia, lo que
antes llegó a ser de mujeres resistentes, ya se estaba logrando en el mundo. Pero
hay otros tipos de fortalezas que se desarrollaban precisamente no siendo
adultas.
¿Qué habré sentido en el instante que vendí un anillo de oro de mis quince años al
escuchar en ese entonces que no había mucha plata en casa?, qué me impulsó a
reaccionar cuando cuestioné por qué llegamos a este mundo, por qué a mí, por
qué de esta manera y preguntaba a mis padres si no se ponían a pensar el por
qué nacimos en este siglo, en esta familia y para qué es la vida o qué pasa con
el miedo a la muerte. Qué sentí cuando, estando en primaria, decidí quedarme en
el auto sola y no entrar en un velorio porque prefería quedarme con la mejor
imagen de esa persona.
Cómo
es que elegí hacer una carrera creativa cuando toda la familia hacía medicina y
cómo pude lograr mudarme sola a otra provincia para estudiar (porque donde
vivía no estaba esa carrera) pensando que no iba a poder hacerlo.
Estas
y otras experiencias de más pequeños, no importa si en menor o mayor grado pero
si el enfrentarse a algo que no estábamos acostumbrados, nos fueron creando el
escudo que necesitábamos para salir adelante y ser hoy quién somos. Si bien
muchas veces a algunos hombres o mujeres este tipo de independencia los aterra
porque no pasaron por las mismas situaciones (vivir solos de tan chicos, separase
de la familia, etc.), a muchos otros le
parece interesante incluso fascinante porque decidieron no compararse y también
compartir su historia.
Ya crecimos,
vimos que pudimos romper con el tabú, que avanzamos, ya hicimos marchas, ya somos
una voz en conjunto. Mujeres valientes, no sólo por tener un cuerpo preparado
para dar vida, ni por hacer mil cosas a la vez, sino por desafiarse y
progresar. Pero esto ya no es de fuertes, es una modalidad, entonces ¿cómo ser
fuerte?, ¿hay lugar para parar un poco?
Nos subimos a un tren tan veloz que lo
verdadero que asusta es llorar.
Ser fuerte también es decir “no puedo más o este cambio me cuesta”. Yo no estoy
siempre UP, no tengo siempre el consejo justo, no puedo con todo, perdoname.
Yo HOY
no te asusto por querer viajar, explorar, y mostrar todo lo que antes era más
difícil de aceptar. Asustamos por el miedo que hay de perdernos, sin pensar que
a nosotras también nos da ese mismo miedo con quién tenemos al lado.
Me
asusto porque a veces me veo débil pero fui fuerte cuando lo empecé a mostrar.
Sé que no siempre cuestioné al universo, a veces me dan pánico cosas mínimas y
tenemos una carga tan importante de comernos al mundo que al mostrar ese otro
lado quizás me veas de manera extraña, sin saber que eso es ser fuerte ahora
mismo para mí.
Asustan
las etiquetas y a veces la vida, y no somos sólo una cara, en cada decisión
vamos a atravesar mil estados, por eso ser fuerte está en animarse a mostrar el
otro costado aunque seamos un círculo de emociones.
Mi
papá siempre me dijo de chica que tenía muchas ideas en la cabeza, no sé si
muchas ideas pero si muchas preguntas, y mientras más inquietudes, más crecía. Mi
mamá decía a su vez que uno nace llorando, así se enfrenta al mundo para ir transitándolo.
A algunas personas les toca antes, a otras después, y paraliza el miedo al
compararse. Para mí hoy ser fuerte no es ser invencible sino superar lo que
jamás pensaste que ibas a poder hacer, sea juntar a mil mujeres en una marcha
para luchar por sus derechos, o simplemente decir estoy triste.
Es
ser sensible pero reírse de la sensibilidad, es caminar en vez de volver en
colectivo, es saber que los que se asustan de tu historia, se mueren de ganas
por vivir lo mismo, y los que se maravillan, es porque quieren armar esa
historia con vos.
// Artículo escrito para http://7attitudes.com/author/mariana-szulman/
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